La encontré de nuevo, me contó que había conseguido cerrar la última puerta, pero que ya nunca volvería a respirar cómo antes, que estaba cansada, "yo siempre quise una vida bonita".
La miré, recordé cuando la conocí, sus ojos eran tan grandes que se veían mundos dentro de ellos.
“No puedes rendirte, el Rocio muere por la tarde pero siempre renace al amanecer”.
Renacer.
Ella sonrió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario