Se descalzó, anduvo despacio sobre el suelo mojado, se tumbó, miró al cielo, tomó aire y suspiró.
Por sus dedos en contacto con la hierba húmeda empezaron a escaparse todas las sensaciones, todos los recuerdos, todos los gritos,
y desaprendió lo aprendido...
Desaprendió que las palabras pierden sentido cuando se convierten en gritos,
que hay besos que esclavizan y otros que liberan,
que en Noviembre todo duele el doble,
que el matiz va más allá del blanco y negro,
que no se puede atrapar al viento,
desaprendió lo bueno y también lo malo.
Y respiró
y esta vez no habría gritos
sólo
una vida bonita.
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