Y te contemplo desde lejos,
pareciera que la única luz de la habitación brotara de tu pecho,
y me llama, me invita a recostarme sobre él.
Intento no hacer ruido al tumbarme junto a ti,
despacio,
tiemblas con el roce de mis pies,
helados.
Tus brazos acogen mi cuerpo como si se hubieran tallado
sólo para eso,
cómo si llevaran toda la vida
sosteniéndome.
Recuesto mi cabeza sobre tu pecho,
tu latir, canción de cuna,
tu aliento caliente, soporífero,
con tu primera caricia caigo rendida.
Sé que me miras y no me importa,
en tus ojos encuentro la protección que necesito
sentirme vulnerable es lo que me hace latir con más fuerza,
mañana a mañana,
día tras día,
Gracias.
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